domingo, 5 de junio de 2011

I'll never sell my memories, I'll never sell my soul.

Somos como gaviotas que flotamos a la deriva en un río que lleva al mar. Mientras nadamos juntas compartimos nuestra existencia, luego volamos hacia algún otro sitio, para reencontrarnos en el futuro y explicarnos nuestro viaje mientras flotamos en el agua. A veces volamos juntas, otras nos encontramos solo una vez, aunque sabemos que estamos en algún sitio. Otras veces, alguna gaviota vuela y se pierde en el cielo, para no volver nunca más.
Somos todo y a la vez no somos nada. Somos todo para nuestra existencia, pero la existencia nos puede sacar de un plumazo de este mundo, con la misma delicadeza o violencia que a veces nos hace existir. Sabes que tienes sueños, aspiraciones, una vida, un futuro, pero nunca sabes, nadie sabe, que pasará durante el resto de tu vida, tus ochenta años que te quedan por vivir o los cinco minutos antes de que te vayas. Ríes, vives, sueñas, lloras, sufres, dejas pasar el tiempo absorto, sin saber cuando se acabará, esperando que el mundo sea eterno. Y lo es. Mientras dura para ti, el mundo no tiene fin. Para bien o para mal, mientras estamos aquí, vivimos. Nadie es inmortal. Todo el mundo lo sabe. Pero en el fondo, mientras estamos, mientras compartimos y avanzamos, nada puede acabar con nosotros. Y guardamos la esperanza de vivir eternamente en la memoria del resto, de esas gaviotas que se cruzaron en nuestro camino.

El mundo es inexplicable, y aunque le pregunte a gritos, nunca me responde a la cara. Me desquito, me pregunto por qué, por qué las cosas son así, por qué la muerte no nos deja tranquilos. La verdad es enceguecedora, y cuesta darse cuenta que está en todas partes.
A veces, mientras camino y pienso, siento que el viento me susurra la respuesta. Somos lo que vivimos, mientras vivimos. Nada es eterno, pero podemos hacernos eternos a través de nuestra vida. Y aunque no seamos genios o artistas, políticos o personajes importantes, lo único que debemos hacer es vivir cada segundo de nuestra vida, y saborearla al máximo hasta que no quede una gota de ella, y nos toque salir volando hacia donde dejamos de ser reales y nos convertimos en humo y aire...


Y yo te recuerdo. A ti, y a ti, y a ti también. A todos. Como pequeñas cáscaras que han ido dándole un toque y una textura a mi corazón y a mi mundo. Para ustedes, todo mi recuerdo.

Porque tu recuerdo nunca desaparecerá.

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